Cuando necesitas un producto, ¿en qué marca piensas primero? Las marcas que recuerdas y vienen de inmediato a tu mente han triunfado en sus estrategias de marketing, pero también cuentan con el gran acierto de haber posicionado adecuadamente su nombre.
Es común que al iniciar con un proyecto muchas personas no piensen de manera táctica en el nombre, sino que lo eligen de acuerdo al contexto o basándose en emociones. Designar algo tan importante no es sencillo la mayoría de las veces, pues es complicado saber si un nombre será funcional a largo plazo.
Actualmente se considera vital elegir el nombre correcto desde el origen, de tal forma que sea un factor estratégico para que la audiencia se identifique o se sienta atraída, que cuente la historia de la empresa y que contribuya a hacerla más competitiva.
¿Qué es el naming?
El naming es el proceso o técnica mediante el cual será nombrada una marca, por lo que el nombre debe tener un argumento sólido, un concepto y una proyección para el futuro. Este proceso se puede aplicar para hallar el mejor nombre de una compañía, de una marca e incluso de algún producto o servicio.
Características del naming
Atemporal: evita que esté anclado en un tiempo o periodo específico.
Distintivo: que se diferencie de otros nombres, especialmente de tu competencia.
Notorio: que provoque interés o genere vínculos con las personas.
Sonoro: que al decirlo suene bien, tenga ritmo, sea contundente y fácil de pronunciar.
Recordable: que sea sencillo retenerlo.
Flexible: que se pueda adaptar a distintas circunstancias.
Creíble: que sea coherente con la marca.
Legible: que se pueda leer bien.
Positivo: que evite asociaciones negativas.
Global: que pueda trascender en todo el mundo.
Relevante: que resulte importante para ti, para tu sector y para las personas.